Creciendo
Hernaldo Zúñiga

Creciendo como cualquier planta
fué reverdeciendo
en el tiempo de los aguaceros
creció el amor, espontáneamente, creciendo.
Había un mar de estrellas blancas
en tus ojos negros
y el deseo tiritaba ciego
mientras tú y yo trepamos al cielo, creciendo.
Volaban esas horas lindas
llenas de palabras
y el latir se hacía más intenso
en libertad, nos enamoramos, creciendo.
El amor llega alguna vez
pero no abunda
como el hambre, la violencia o el desierto
si te toca con la punta de la mano
tuyo es el pan, la vida y la sal.
Creciendo nos llegó el momento
de vivir contactos
hermanamos la piel y los labios
de modo que se incendió la sangre, creciendo.
Y cómo paradoja loca
se perdió el encanto
y de pronto el enamoramiento
se nos vació, se quedó sin alma, muriendo.
Es una anécdota curiosa
que no sé explicarla
en lo simple de todo este cuento
se hace patente el misterio humano, creciendo.
El amor llega alguna vez
pero no abunda
como el hambre, la violencia o el desierto
si te toca con la punta de la mano
tuyo es el pan, la vida y la sal.
Creciendo, creciendo, creciendo.