La oveja perdida
Jesed

Yo era una oveja perdida, extraviada por el monte,
olvidada de mi aprisco;
cualquiera que me encontrara me podría matar.
Una oveja descarriada, débil y sin fortaleza,
enferma y herida,
y nadie cuidaba de mí.
Una oveja agonizante, asustada y dominada,
por el terror a la muerte,
y a punto de ser devorada.
Tú dejaste en el aprisco
tus noventa y nueve ovejas,
y saliste a rescatarme,
y entregaste tu vida por mí.
Me salvaste de la muerte,
de las garras del malvado
y por mí derramaste tu sangre;
me libraste del pecado.
Estando perdida tú me has encontrado,
y aún descarriada tu amor me ha alcanzado.
Estando herida tú me has sanado.
Con tu propia vida tú me has rescatado.
Te alegraste al levantarme con tus manos,
al cargar sobre tus hombros, mi debilidad;
me has preparado una fiesta para celebrar
gozosamente tu salvación.
Y ahora tú eres mi pastor, Señor Jesús;
sobre mí mandas la lluvia de tu bendición,
pues sellaste con tu sangre nuestra alianza de paz,
y así compraste mi redención.
En tus verdes praderas me haces reposar,
me preparas una mesa, rebosante está mi copa,
me alimentas con los frutos abundantes
//del árbol de tu amor//