Cuentan
Silvio Rodriguez

que allá por mil novecientos setenta
fue lanzado al espacio un cosmonauta,
un hombre bueno de la ciencia,
un héroe de la tradición.
que después de dar vueltas a la tierra
por equivocación cayó en la selva
en una aldea marginada
por la civilización.
que bombas de bacterias habían muerto
los pájaros, los árboles al pobre
todo lo que significó vivir
mientras las capitales irradiaban
la choza condenada a sucumbir,
mientras las capitales irradiaban
la choza condenada a sucumbir.
cuentan, cuentan, cuentan, cuentan, cuentan...
que los que recibieron al extraño
que por rara virtud también fue un héroe
lo esperaron con su hambre
y sin otra atribución.
que el hambre terminó con aquel hombre
y con la multitud que lo esperaba
palmo a palmo, pelo a pelo
sin alguna distinción.

que bajo la vigilia de la luna
no quedó más que la blanca armadura
del cascarón de hierro en que voló,
un uniforme de coger altura
y un antifaz verdoso para el sol,
un uniforme de coger altura
y un antifaz verdoso para el sol.