El anónimo
Silvio Rodriguez

A.-Un día como otro
yo leía mis cartas,
rascándome una ceja
A.-El último papel
que me cayó en las manos
era una carta anónima
en lenguaje claro.
B.-La escribía una mujer
de timidez muy obvia
que hablaba de su vida
con tan poca gloria.
B.-Se dibujaba lágrimas
y a veces risas
con tanta sencillez
como con tanta prisa.
C.-Cuántos papeles
he recibido.
Fotos y textos
firmas de adorno.
Cuántos pedidos,
cuántos honores
y vanidades.
Cuánto espejismo,
cuánto juguete
de los mortales.
de los mortales.
no pedía mi rostro,
ni letras olvidadas,
ni inútil autógrafo.
A.-Decía que con lágrimas
o con sus risas
mis cosas para ella
siempre eran las mismas.
B.-Y en su trabajo
el gusto le conocen tanto
que corren a buscarla
cuando en radio canto.
B.-En su casa le dicen
que me rinde culto
y eso hace que me sienta
el autor de un hurto.
C.-Con qué derecho,
con cuál astucia,
provoco encantos,
provoco sueños,
provoco angustias.
Con qué derecho
otros fantasmas
quitan y ponen
a sus antojos
vida en el alma.
su gesto desinteresado:
escribir y verterse
sin pedir a cambio.
A.-Decía como hablando
de un imposible:
'que me hubiera hecho
infinitamente feliz
que tú, un día,
me hubieras escrito una canción.'
B.-Y aquí está la canción,
lo que un poquito cruda,
porqué la realidad
se ha de cantar desnuda.
que de piedra brillante,
porqué es piedra y brillo
se crea que es diamante.
he recibido.
Fotos y textos
firmas de adorno.
Cuántos pedidos,
cuántos honores
y vanidades.
Cuánto espejismo,
cuánto juguete
de los mortales.